lunes, 3 de febrero de 2014

La pasión de Artemisia



Hay momentos en la vida que nos marcan para siempre, que hieren muy profundo y nos dejan cicatrices visibles o invisibles, profundas o superficiales; otros nos dejan alegrías duraderas o tan fugaces como la rosa de un florero.

Hace unos minutos termine de leer La pasión de Artemisia de Susan Vreeland, un libro maravilloso, trata de la vida de Artemisia Gentileschi, una pintora del renacimiento, es una novela muy linda en muchos aspectos, no en el aspecto romántico, es linda porque te hace sentir, a mí me hizo sentir muchas cosas: enojo, ira, frustración, impotencia, esperanza, alegría, más enojo, preocupación, ansiedad, paz…

Bien, si son como yo y nunca habían escuchado ese nombre: Artemisia Gentileschi, según Wikipedia fue una pintora, hija del pintor Orazio Gentileschi, amiga de Galileo Galilei, “conocida” de Agostino Tassi, esposa de Pietro Antonio Stiatessi. Claro, Wikipedia dice más cosas sobre ella, la mayoría plasmadas en el libro, el resto del libro son parte de la novela.

Bien, el libro empieza de una forma muy cruel, con la sibille, una cruel tortura para cualquiera, en especial para los pintores, en la que los dedos y manos son atados con cuerdas que son apretadas por medio de un sistema de engranes, tal tortura era capaz de arrancarle los dedos a una persona, dejar sin futuro a un pintor, ¿la razón? Orazio, el padre de Artemisia, había acusado a su amigo Agostino Tassi de haberla violado, dado que, tal como aún ocurre, cabía la sospecha de que Artemisia había seducido a Agostino era importante torturarla, si mantenía su argumento bajo tortura no podía estar mintiendo respecto a la violación, los dedos le sangraban, su padre no había hecho ni el intento de detenerlo, su madre había muerto tiempo atrás, estaba sola, al menos así se sentía, sola y traicionada por su padre y por el hombre que la violó y le prometió casarse para salvar su reputación, ninguno de los dos la ayudó, ninguno de los dos evitó ni la sibille ni la revisión de las comadronas frente a una sala atestada de curiosos, ¿se imaginan pasar por todo eso a los 18 años? Su mayor preocupación no era su reputación, ello no le importaba comparado con el sufrimiento, con la idea de no volver a pintar, esa, pintar, era su pasión, lo que más amaba y disfruta del mundo.

Su padre logró “salvar” su reputación al casarla con un “buen hombre”, hermano de un amigo de ella, que la hizo creer que podía ser amada por alguien, alguien que sabía de su humillación, alguien que la tomó con delicadeza su noche de bodas y otras noches, alguien que la hacía sentirse amada, que la alentaba a pintar y que estuvo a su lado cuando ella se sentía morir al dar a luz, que cambió cuando ella fue admitida en la Accademia dell’ Arte del Disegno antes que él, algo que no logró perdonarle aún después de haber sido admitido, alguien que no era quien ella creía, alguien que fue desenmascarado por sí mismo cuando ella se enteró de la verdadera razón por la que un “buen hombre” se casaba con una mujer cuya reputación estaba por los suelos..

Quizá estoy siendo muy dramática, lo sé, quizá pueda decir que se me da el dramatismo, pero después de la tortura y antes de que ella fuera admitida en la academia yo también pensé que podía ser feliz, que la vida le pagaría por haberla hecho pasar por tales humillaciones, que los hombres buenos sí existen y se casan con una mujer para amarla, respetarla y hacerla feliz, no fue su caso a pesar de serlo por un tiempo, hasta que ella empezó a sobresalir, hasta que ella empezó a combinar la maternidad con la pintura y sobresalió en la última, hasta que ella empezó a cobrar por su trabajo y él empezó a ausentarse de casa, a descuidar a su propia hija.

Quiero seguir contando la historia, seguir con esta reseña pero creo que ha llegado el momento de parar, de invitarlos a leer su historia, como dije una historia basada en hechos reales con matices de irrealidad, el libro la menciona como hija única, madre de una hija, cuando fue la primogénita, la única interesada en la pintura y que realmente destacó en ello, madre de varios hijos, viviendo en una época muy difícil para las mujeres, cuya única oportunidad de pertenecer a la academia era como modelo, ella logró cambiarlo al convertirse en la primera muer en ser admitida, las demás en ser admitidas, según algún famoso mencionado en wiki pedía del que no recuerdo el nombre sólo pintaban pero no hacían arte, no transmitían emociones tal como Artemisia hacía, mezclando estilos, la mejor pupila de su padre.

Es cierto que sus pintoras no me conmovieron profundamente, las vi después de leer el libro, varias de ellas son mencionadas en cierto momento del libro que me fue imposible aislar la pintura del relato, sentir que Judith decapitando a Holofernes no sólo era Judith decapitando a un mal hombre, también era Artemisia pintando con su sangre, sangre resultado de las heridas de la sibille, resultado de las heridas tanto físicas como emocionales surgidas de la violación y de la tortura del juicio, yo me pregunto ¿porqué torturar a la victima? ¿Porqué no mejor torturar al agresor?, porque era hombre, un hombre respetable acusado por una chamaquita cualquiera, que se le metió y lo provocó para que abusaran de ella, no fue un abuso ya que ella lo provocó y sólo hería la reputación de un buen hombre que no quería casarse con ella, esa era la mentalidad entonces, en algunos lugares lo sigue siendo, algo que me parece repugnante, pero bueno, la entrada ya es demasiado larga así que la cortamos aquí.

Bonita semana queridos lectores.

1 comentario:

  1. Muy interesante el libro, me quedé con ganas de leerlo. Por cierto soy la visita 7000 :D

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